miércoles, 29 de diciembre de 2010

Para insertar musica en nuestro blog

primero nos registramos en http://www.goear.com es gratuito.
Luego una vez registrado puedes subir tu propia musica o buscar el artista y la cancion que deseas.
Para insentarlo en el blog le das en la parte derecha

se copia en enlace y en Edicion de HTML se copia, le das a publicar entrada y ya tienes el audio deseado en tu blog

Podcast


Es un archivo de audio que hemos creado, para más tarde colgarlo en internet y después difundirlo.
Nuestro podcast esta basado en un programa de radio compuesto por: la presentación del programa, bromas telefónicas, un cuento y villancicos cantados por niños.
Aquí os dejamos nuestro podcast:
poscats

sábado, 25 de diciembre de 2010

Audacity

Es un programa que se utiliza para grabar audio. Cuando ya has grabado el audio puedes insertar musica de fondo, puedes cambiarlo de orden, reducir los minutos, recortar lo que te has equivocado.
Se utiliza con un microfono, puede ser el incluido en el ordenador o un microfono externo.
Para juntar varios archivos, se utiliza simplemente copiar y pegar.

A la hora de guardarlo en mp3. te pide un archivo libmp3lame-win-3.98.2, 




Descargar audacity

Una Navidad en el bosque

Érase una vez un bonito pueblo en medio de un frondoso y colorido bosque habitado por unos alegres animales. Cada año, con la caída de las primeras nieves y la llegada de las estrellas de luz, se reunían en torno al Gran Árbol para preparar la Navidad y conocer una de las noticias más esperadas de la temporada.

Todas las actividades que realizaban en aquella época tenían como objetivo la convivencia, el fomento de la amistad y la diversión. El concurso de cocina navideña, organizado por la Señora Ardilla, hacía las delicias de los más comilones, pues los platos presentados eran degustados al finalizar la competición. Los más pequeños participaban en la tradicional Carrera de Hielo, que tenía lugar en el lago helado y acudían cada tarde a los ensayos de la Señorita Ciervo, encargada del coro que alegraba con sus villancicos todos los rincones del bosque. Y, por supuesto, estaba lo mejor noche de todas: la Nochebuena, en la que se representaba una obra de teatro que tenía como tema central la amistad.

El Señor Búho, como director de la escuela de teatro, seleccionaba una pieza de entre todas las que enviaban los animales aspirantes a ser los elegidos para llenar de paz los corazones de los habitantes del bosque, pero ese año:
- Bienvenidos todos a la reunión preparatoria de la Navidad, dijo el Señor Búho posado en la rama más robusta del Gran Árbol. Este año, la elección de la obra ha estado muy reñida porque todas las propuestas eran de gran calidad, pero había que elegir un ganador. Así que sin más demora demos un aplauso al Sr. Conejo, autor de la obra ganadora 'Salvemos el bosque'.
- Gracias, gracias, es un honor para mí, exclamaba Conejo entre aplausos.
- Bien, pues ya sabéis que mañana a las diez daremos comienzo a las pruebas de selección. Rogamos puntualidad a los interesados, concluyó el Sr. Búho.

Imagen
Al día siguiente, a la hora convenida, comenzó la selección. Al ser un musical, las pruebas se centraron en las habilidades de canto y baile, pues eran requisitos imprescindibles. La obra contaba la trama de un guardabosque que debía salvar la flora de un malvado leñador, obsesionado con cortar un Árbol milenario y arrasar todo lo que se pusiera en su camino. En su lucha por preservar el entorno natural, el guardabosque contaba la inestimable ayuda de un girasol y de un lirio que ponían su astucia al servicio de la noble causa.

Tras varias horas, los papeles quedaron repartidos de la siguiente manera: el Sr. Oso haría de guardabosques, Castor sería el vil leñador, la Sra. Pata representaría al girasol, y la Sra. Lince, al lirio.

Al principio todo marchaba estupendamente, los actores estaban contentos con sus papeles y trabajaban duro para perfeccionar sus actuaciones, hasta que hizo su aparición el peor de los fantasmas: la envidia.
- Sr. Conejo, creo que Castor tendría que tener un poco más de protagonismo. El leñador está lleno de matices y podríamos crear unos espectaculares efectos especiales que dejarían al público boquiabierto, dijo el Sr. Búho en uno de los ensayos.
-Sí, puede que tengas razón y deba retocar el texto para darle más peso a Castor. Podemos hacer un juego de luces y sombras cada vez que aparezca y realzar su papel.

Ante estas palabras Castor se puso muy contento, pues estaba muy ilusionado con la obra, pero Oso no lo vio con los mismos ojos. Si a Castor le daban más protagonismo, eso significaba que él dejaría de ser el protagonista absoluto, y eso no le gustó nada.

El ensayo del día siguiente fue un caos. En lugar de avanzar, daban pasos hacia atrás. Oso no colaboraba y Castor, que se había dado cuenta de lo que estaba pasando, estuvo muy arisco. Por si fuera poco, el vestuario también había sido fuente de conflictos entre las chicas. La Sra. Pata consideraba que el vestido de la Sra. Lince era más llamativo y que debían haberlo echado a suertes.

La tensión en el escenario se podía cortar y el desastre no se hizo esperar, y durante el ensayo de la escena final, que reunía a todos los actores en el escenario para interpretar el número final comenzaron a empujarse unos a otros con tal brío que parte del decorado se rompió.
- Orden, orden, pero bueno ¿qué pasa? preguntó Conejo encolerizado. Habéis echado a perder el trabajo de varios días y de todos los que han colaborado en la puesta en escena. Quedan sólo dos días para Nochebuena, pero si tuviéramos más tiempo os echaría a todos de la obra. Se acabó el ensayo por hoy. Conejo estaba rabioso, no entendía nada. Pero ¿cómo podían pelearse por una cosa así?

Imagen
Al día siguiente los habitantes se despertaron siendo testigos de un acontecimiento terrible: la nieve había desaparecido y las estrellas de luz se habían apagado. ¿Cómo era posible? Asustados, los animales se congregaron alrededor del Gran Árbol, en busca del sabio consejo del Sr. Búho.
- Queridos habitantes del bosque, el espíritu de la Navidad se ha ido, sentenció Búho.
- ¿Y cómo podemos hacer que vuelva? preguntó asustada la Sra. Ardilla.
- Nos vamos a quedar sin Navidad, se oyó decir a un lobezno.
- Hoy es un día muy triste. La envidia ha desatado unas reacciones negativas en cadena. La nieve se ha derretido, las estrellas han dejado de lucir y la obra de teatro peligra.

Oso estaba escuchando tras un arbusto y tenía miedo a salir porque sabía que era el desencadenante de la situación, pero había que ser valiente y afrontar las consecuencias de los propios actos, así que se decidió a salir.
- Lo siento mucho. Si hay algún culpable, ése soy yo. Me cegó la envidia. ¿Qué puedo hacer para enmendar mi error?
- No, no tienes por qué cargar con las culpas tú sólo, yo también he contribuido con mi mal comportamiento. Si sirve de algo yo también lo siento, se lamentó Castor.
- Si te hace ilusión, te cambio el vestido, me importa más tu amistad que un trozo de tela, exclamó la Sra. Lince dándole un abrazo a la Sra. Pata.
- Mirad, ¡está nevando! gritó con entusiasmo una voz.
- Sí y parece que en el cielo brillan de nuevo las estrellas. ¡El espíritu de la Navidad ha vuelto!, se oyó.

Ese año, la Navidad se vivió con mucha intensidad en el bosque, al fin y al cabo estuvieron a punto de perderla para siempre. Habían aprendido la lección y ahora sabían que la envidia cegaba y tenía unos efectos muy negativos que no se podían controlar. Así que para que no se les olvidara nunca construyeron una gran placa de madera que colgaron del Gran Árbol. En ella se podía leer la siguiente inscripción:
"El tesoro más valioso que posees es la amistad, cuídalo todos los días y crecerá".

martes, 21 de diciembre de 2010

Picasa

Picasa es un programa gratuito que se puede usar:
  1. Para retocar fotos: cambiar ojos rojos, recortar las imagenes, cambiar el brillo....
  2. Para realizar impresiones de pantalla:, se realiza:
    1. Se deja en la pantalla la foto que quieres utilizar
    2. Se da a la tecla Impr Pant que se encuentra en el teclado, en el lado derecho, arriba
    3. Se abre picasa
    4. Directamente te aparece la imagen
    5. Le das a guardar
    6. Utilizas la imagen
  3. También puedes utilizar todas las fotos que tienes en el ordenador, ya que se van creando distintos albumes, donde se van guardando las distintas fotos.
  

WEBS

Hemos decidido crear una entrada nueva con direcciones interesantes y bastante utiles:


http://www.pekegifs.com/cuentos_infantiles.htm
http://www.soloimagen.net
http://www.gif-animados.net
http://www.tusgifsanimados.com/


gadgets
http://www.euroresidentes.es/gadgets.htm
http://www.blogtecnia.com/2009/11/recopilatorio-widgets-gadgets-para-tu.html
http://ciudadblogger.com/2009/03/cientos-de-gadgets-para-tu-blog.html

Save2pc

Save2pc es un programa gratuito que sirve para descargar videos y para cambiar el formato de los videos.
Pasos para descargar el programa:
  1. Abrimos la página: www.save2pc.com.  
  2. Pulsamos en save2pc.2 que es de color verde y seleccionamos en save2pc. 
  3. Damos a ejecutar y aparece el cuadro de descarga. 
  4. dar a Save AS FLV 
  5. a la derecha dejarlo en Auto.
Buscar el video y copiar la dirección donde está el video.
Seleccionamos el video y pegamos el Link, damos a Start.


martes, 14 de diciembre de 2010

La tienda en casa

Nuestro corto trata el tema de los terrores nocturnos en los niños. Hemos elegido este tema porque leimos una noticia que hablaba de la importancia del sueño en los niños, y afirmaba que una de las causas del fracaso escolar es la falta de sueño. Este corto más que ser educatio para los hijos es educativo para los padres, para que sepan que es de ellos de quienes depende que sus hijos adquieran unos buenos hábitos de sueño.Lo hemos realizado en clave de humor basándonos en un anuncio de la tienda en casa, en donde se oferta una maquina: "Slepping control" en la que puedes programar el horario de irse a dormir, de levantarse y !hasta los sueños de los niños!.
Los sueños los hemos realizado con secuencias de fotos de muñecos playmovil.
Nuestro lema del corto es: Descubrir la noche para soñar juntos

miércoles, 8 de diciembre de 2010

lunes, 22 de noviembre de 2010

NEGRITA, LA HORMIGA VIAJERA


-          Con este cuento vamos a trabajar los siguientes objetivos: Fomentar en los niños los siguientes valores: La amistad, el esfuerzo, la ayuda, la cooperación, la ecología, el respeto a la naturaleza, la resolución de conflictos, la solidaridad y el compañerismo.



 Negrita era una hormiga muy trabajadora a la que la gustaba mucho pasear por el campo para buscar su comida, charlar y jugar con sus amigas.
Su mejor amigo era Blandin.
Blandin tenía su agujero de gusano muy cerca del hormiguero de Negrita.
Aquella mañana Negrita, la hormiga viajera, se despertó pronto para buscar comida y jugar un rato con Blandin.
Su olfato le decía que fuera del hormiguero tenía que hacer un sol espléndido.
Había soñado que el día anterior muchas niñas habían estado merendando muy cerca del hormiguero.
“Habrá miguitas de pan y trocitos de queso. ¡Que ganas tengo de salir! Hoy podré recoger muchas miguitas”.
Mientras esto pensaba, Negrita daba vueltas y más vueltas por su hormiguero para encontrar la salida, que no era capaz de hallar.
“!Ya!- pensó Negrita-. Mis ojos estarán llenos de legañas y lo que ocurre es que no veo. Me daré una ducha y me asearé. Así estaré más despejada”.
De nuevo volvió a buscar la salida. Negrita ya no pudo más.
“No sé qué pasa pero aquí ha ocurrido algo muy grave. ¡Qué miedo!, a lo mejor ya no puedo salir ningún día. Si al menos viniera Blandin, él desde fuera podría encontrar la salida.”
-¡Mamá, mamá!- llamó con voz miedosa-. No puedo salir. ¡Ayúdame!
Mamá hormiga la cogió de la mano y juntos intentaron buscar la salida. Era imposible, allí no se veía ninguna claridad.
-¿Será que aun es de noche?
Pero no. Ya todas las hormigas del hormiguero se habían despertado.
De pronto oyeron una voz que venía del exterior. ¿Qué será?
Pegaron sus oídos al suelo para escuchar...
-¡Es Blandin, es Blandin!- gritó Negrita que había reconocido la voz de su amigo el gusanito viajero.
-¡Blandinn, Blandinnn!- gritó Negrita-. No podemos salir. No encontramos la salida.

-¡Oh, Negrita! Se me acaban las fuerzas y no puedo quitar esto que tapa la puerta de tu hormiguero. Lo debieron dejar ayer las niñas que estuvieron aquí jugando.
-Blandin, ¿qué es esa cosa?
- Yo no sé cómo se llama, Negrita, pero si lo muevo un poquito rueda.
- Pues muévelo.
- No puedo, hay muchos papeles y no le dejan rodar.
-¡Es horrible, Blandin! Me muero de pena por no poder salir.
Papá y mamá hormiga, mientras tanto estaban pensando que aquello no podía quedar así.
-Haremos un tren de hormigas. Empujaremos fuerte y así ayudaremos a Blandin. Entre todos haremos rodar esa cosa que tapa la entrada del hormiguero.
-¡A la una y a las dos!
Todas las hormigas y Blandin empujaron al mismo tiempo y el objeto rodó y rodó.
Blandin y Negrita se dieron un fuerte abrazo y empezaron a correr y a saltar de alegría. Habían conseguido despejar la puerta del hormiguero.
Pero aquello no era suficiente. El campo no era el mismo del día anterior. Parecía un pequeño basurero.
Otras hormigas podían estar pasando por la misma situación que Negrita acababa de pasar.
Decidieron entre todas recoger todos los desperdicios que aquellas niñas no habían tirado a la basura.
-Negrita –dijo Blandin- estoy muy cansado. Este trabajo que acabamos de hacer no es para nosotros. Si ocurre otro día moriré del esfuerzo. Deberíamos hacer algo para que esto no vuelva a suceder.
- A mi no se me ocurre nada -dijo Negrita.
-¡Oye Blandin!, tu abuelo es muy sabio, el puede encontrar la solución.
El abuelo de Blandin pensó que entre todos podrían hacer un letrero con letras gigantes en el que pusiera:
“Nuestra vida es importante.
No tapéis nuestro hormiguero
y.....
Usad los basureros.”
Ahora sí que Blandin y Negrita podrían hacer tranquilamente el viaje del día. Irían lejos hasta que el sol dejara de dar calor. Entonces volverían a sus casas sin miedo de encontrar su puerta tapada. 








Nuestras revisiones

Esta entrada es para que nos revises el blog, a partir del día 22 de noviembre

Proyecto

Nuestro proyecto de cuadernia trata sobre los instrumentos musicales,va dirigido a niños de 4 años. En él vamos a tratar primero, el cuento de los músicos de Bremer como introducción al tema, luego para comprenderlo mejor introducimos y reproducimos el video de los trotamúsicos.

La siguiente actividad será que pinchen en la imágen de los instrumentos y se reproduzca el sonido de dicho instrumento,para así lograr que los niños identifiquen el instrumento musical y el sonido que produce.

La tercera actividad es una de las actividades prediseñadas de cuadernia. La del puzzle. En ella los niños deberan formar una imagen de los trotamúsicos.

La cuarta actividad también es prediseñada y consiste en ir encontrando parejas de instrumentos musicales.

La quinta actividad es creada por nosotras, consiste en unir a los trotamúsicos con el instrumento musical que toca. Para realizar esta actividad los niños tienen que volver a ver el video de la actividad 1.

La sexta actividad es la de la clave de sol. Se les da a los niños una lámina con la clave de sol y los niños en la parte de la derecha  deberan dibujarla, utilizando la pizarra digital.

La actividad número 7, es la última actividad prediseñada que hemos utilizado. En ella los niños deberan unir la imegn del instrumento musical con su nombre. Para ello deben fijarse en la inicial del instrumento que está pintada al lado del instrumento. Con esta actividad pretendemos inicar a los niños en la lecto-escritura.

La última actividad la número 8, la hemos creado para que los niños discriminen los sonidos producidos por cada instrumento. De los tres sonidos que hay, los niños deberan identificar en la página siguiente, que instrumentos reproducen esos sonidos y rodearlos.


Este ha sido nuestro proyecto. Para ver los pasos que hemos seguido para realizarlo ir a las anteriores entradas de cuadernia, donde esta todo explicado paso a paso.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Dinámicas de conocimiento.

Aquí presento una serie de dinámicas para trabajar con niños de primaria.
El objetivo principal es favorecer el conocimiento personal de los miembros del grupo.



EL TESORO HUMANO
TIPO: Conocimiento
TIEMPO:  20’
GRUPO: A partir de 8 años
OBJETIVOS: Favorecer el conocimiento de los demás. Estimular la cohesión del grupo.
MATERIALES:  Fichas de búsqueda.
DESARROLLO:   El animador reparte las fichas de búsqueda y explica que hay que conversar con los demás, siguiendo las instrucciones de la hoja. Cada participante deberá llenar la hoja con los nombres de las personas que haya encontrado que respondan a las preguntas de las hojas.
Ej: Buscar a 4 personas que sean de lugares diferentes.
Buscar a personas con el mismo pasatiempo que tu.
Buscar a alguien que celebre el cumpleaños en el mismo mes que tu...
ANIMADOR:  Debe elaborar con anticipación la ficha de búsqueda, con una serie de instrucciones que los participantes deberán seguir.
REFERENCIA:  G. Brown.


AL LORO
TIPO: Conocimiento
TIEMPO:  10’
GRUPO: A partir de 11 años
OBJETIVOS: iniciar el conocimiento personal.
Tomar conciencia de las características de las personas e integrar las mismas en la vida del grupo.
MATERIALES:  Pegatinas o fichas. Bolígrafo. Chinchetas o celo.
DESARROLLO:  se reparten las fichas y se dan instrucciones:
“En el ángulo superior izquierdo de la pegatina escribe lo que sueles hacer un domingo por la tarde; en le ángulo superior derecho, cuál es tu afición favorita; en el ángulo inferior izquierdo que es lo que más te gusta encontrar en las personas; en el ángulo inferior derecho, el deseo que pedirías a un hada”
Una vez completadas las fichas, se recogen para ser barajadas y repartidas. Cada jugador debe encontrar al dueño de la tarjeta, escribirle su nombre en ella y pegársela en un lugar visible.

ANIMADOR:  da instrucciones al grupo
REFERENCIA:  Lobato y Medina

MI MUNDO, MI PAÍS, MI REGIÓN
TIPO: Conocimiento
TIEMPO:  30’
GRUPO: A partir de 12 años
OBJETIVOS: conocer los símbolos y los hechos del lugar en que vivimos, con los que nos identificamos. Aprender a relativizar y evitar chovinismos, así como acercarnos al conocimiento de otros lugares y sus valores.
MATERIALES:  Útiles para escribir.
DESARROLLO:  cada jugador escribe en un papel las 5 cosas que llevaría de su planeta, país o región a otro como muestra de su esencia. Después se reúnen en grupos para contrastar lo que se ha seleccionado y hacer una lista única.
ANIMADOR: 
REFERENCIA:  Lobato y Medina

LO QUE MÁS ME GUSTA
TIPO: Conocimiento
TIEMPO:  30’
GRUPO: A partir de 12 años
OBJETIVOS: conocer los gustos y sensibilidades de  las personas. Intercambiarlos con los del grupo. Favorecer la afirmación de cada persona.
MATERIALES:  Útiles para escribir y fichas o folios.
DESARROLLO: el animador entrega  a cada jugador una ficha con las siguientes preguntas:
Poema preferido, canción, disco, juego, película, comida, paisaje, hora del día, frase que te hayan dicho que más te guste...
Después se ponen en común.
ANIMADOR: 
REFERENCIA:  libro: juegos y dinámicas de educación para la paz.

ESPIA
TIPO: Conocimiento
TIEMPO:  25’
GRUPO: A partir de 8 años
OBJETIVOS: facilitar el conocimiento entre los miembros del grupo. Tomar contacto corporal.
MATERIALES:  Tantas vendas o pañuelos como participantes.
DESARROLLO:  Se tapan los ojos con los pañuelos y en silencio se avanza por la sala. Cuando se encuentra a alguien, se intenta adivinar quién es. El primero que lo consigue dice su nombre a la otra persona y se pone detrás. Si ninguno de los dos se reconocen  cada uno dice su nombre y se separan.
Cuando se encuentran filas de 2 o más personas, las 2 personas que encabezan la fila llevan a cabo el reconocimiento. La persona que acierta el nombre coge a la que ha descubierto , la separa de su fila y la pasa a la suya.
El animador se acercara a alguna persona y le dará el Rol de Espía. El también da vueltas, cuando alguien se encuentre con él y averigua su nombre no pasa nada, pero si no lo averigua, el dirá Espía, provocando que la fila se rompa y que quien no le descubrió se convierta en espía.
ANIMADOR:  Deberá marcar un espacio y vigilar que nadie se pueda salir y dañar, porque el juego se desarrolla con los ojos cerrados.
REFERENCIA:  Taller de juegos cooperativos.


jueves, 18 de noviembre de 2010

El niño que quería volar


Sentado sobre una piedra, Pedrito se pasaba el rato contemplando el volar de las águilas, y eso le había costado más de una bronca, por parte de su madre. Este vivía a unos tres kilómetros del pueblo y solía ir al colegio andando. Su mayor ilusión de siempre era volar algún día como los pájaros.
—Pero Pedro ¿como llegas tan tarde, si hace más de dos horas que terminó el colegio?
—He estado contemplando las águilas, me encantaría volar como ellas.
—Pero hijo, tú eres un ser humano, no un águila ¿además no tienes plumas?
—Ya lo se mamá, pero es superior a mi.
—Anda y coge la merienda Pedro, que se te va juntar con la cena y déjate ya de volar, que tienes muchos pájaros en la cabeza.
Al día siguiente estando sentado en su piedra y como siempre contemplando a las águilas, se le acercó una joven muy guapa y le dijo — ¿te gustaría algún día, volar como ellas?
Pedro que estaba mirando el volar de las águilas, no se había dado cuentas y se sobresalto un poco.
— No te asustes Pedro¬ —le dijo la joven, con una voz muy dulce—.
—Esa sería mí mayor ilusión señorita, pero nunca podré hacerlo— decía Pedrito, bastante desanimado—.
—Por que dices eso, de que nunca podrás hacerlo – le preguntaba la joven —.
—Señorita, yo no tengo alas ni plumas y si no tengo esas dos cosas, nunca podré hacerlo aunque me guste mucho.
—No tienes alas, pero tienes otros valores muy importantes.
—De que valores me habla usted.
—Desde ahora en adelante podrás volar y para hacerlo, solo tendrás que cerrar los ojos y pensar en volar.
—Señorita, muchas veces los he cerrado y hasta el momento nunca he volado.
—Ciérralos ahora y veras como podrás hacerlo.
Pedro cerró los ojos y como un águila fue volando y por primera vez, desde las alturas pudo ver su casa, el río, los animales y sentir la fresca brisa refrescando sus mejillas.
Cuando pedro abrió los ojos, la joven ya se había marchado. Esta le había dejado un mensaje escrito en el suelo, el cual decía “sigue siempre así y cuando quieras volar, solo tendrás que cerrar los ojos”.
Desde entonces Pedro se sentía muy afortunado, había conseguido lo que tanto deseaba.
En uno de sus muchos vuelos, vio a un amigo caerse en un pozo ciego y su rápida actuación salvo su vida.
Pedro estaba muy contento, por que además de hacer lo que tanto deseaba (que no todos lo consiguen), se dio cuentas que podía ayudar a la gente y eso le hacía la persona más feliz del mundo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Dinámicas de presentación


A continuación presento una serie de dinámicas para realizar con niños. Su principal objetivo es presentar a los miembros del grupo y  romper el hielo, en un grupo numeroso.


PELOTA CALIENTE
TIPO: Presentación
TIEMPO:  15’
GRUPO: A partir de 8.
OBJETIVOS: Aprender los nombres. Iniciar un pequeño conocimiento del grupo.
MATERIALES: Una pelota u otro objeto parea lanzar.
DESARROLLO:  En círculo, sentados o de pie el animador explica que la persona que reciba la pelota tiene que darse a conocer, diciendo:
-          El nombre con el que le gusta que le llamen.
-          Su lugar de procedencia.
-          Algunos gustos.
-          Algunos deseos.
ANIMADOR:  debe hacerse lo más rápido posible. La pelota está muy caliente y quema.
REFERENCIA:  Libro: Seminario de educación para la paz. La alternativa del juego II. Pág. 19






CORRO DE NOMBRES
TIPO: Presentación
TIEMPO:  10’
GRUPO: A partir de 5 años
OBJETIVOS: Aprender los nombres.
MATERIALES:
DESARROLLO:  Todos en círculo. El animador en el centro de pie gira con el brazo estirado señalando con el dedo. Cada uno dice su nombre cuando el animador lo señale.
-           
ANIMADOR:  Puede girar deprisa, despacio, saltando, cambiando de lado...
REFERENCIA:  Libro: Seminario de educación para la paz. La alternativa del juego II. Pág. 28





PEGATINA
TIPO: Presentación
TIEMPO:  15’
GRUPO: A partir de 5 años
OBJETIVOS: Aprender los nombres mediante la visualización. Desarrollar la creatividad y expresión plástica.
MATERIALES:  Útiles de pintar, papel de pegatinas o papel y celo.
DESARROLLO:  Cada participante, además de escribir su nombre y como le gustaría que le llamaran en el grupo, hace una caricatura o dibuja algo que piensa que representa  aspectos de su personalidad.
ANIMADOR: 
REFERENCIA:  Cuadernos de pedagogía, número 150.










CULIPANDEO
TIPO: Presentación
TIEMPO:  10’
GRUPO: A partir de 5 años
OBJETIVOS: Aprender los nombres  de una forma divertida y dinámica. Distenderse y cohesionar al grupo.
MATERIALES:  Pelotas pequeñas o canicas, máximo del tamaño de una pelota de tenis.
DESARROLLO:  El animador invita al grupo a sentarse en un circulo en el suelo. Se explica el objetivo del juego que es hacer pasar la pelota por debajo de todos dando la vuelta al círculo, impulsándola con las nalgas. El animador empieza pasándole la pelota a la persona que se encuentra a su izquierda o derecha, diciendo: “Roberto Culipandea”. Roberto la recibe y sigue el movimiento, pasándola a la persona que se encuentra a su otro lado, con la misma frase.

ANIMADOR:  Puede introducir otras pelotas por otros  lados.
REFERENCIA:  Elabora en un taller de juegos cooperativos.





BALONES PRESENTADORES
TIPO: Presentación
TIEMPO:  15’
GRUPO: A partir de 8 años
OBJETIVOS: Aprender los nombres Y algunos datos mínimos de los participantes.
MATERIALES:  Tres pelotas de diferentes colores.
DESARROLLO:  Todos en círculo. El animador lanza una primera pelota después de decir su nombre. Cada uno que la reciba la lanzará nuevamente después de decir su nombre.
Después de un ratito el animador pone en juego una segunda pelota, lanzándosela a alguien de quien dice su nombre. Este jugador se la envía a una segunda persona de la que tiene que decir su nombre.
En seguida se introduce una tercera pelota. Al lanzarla habrá que decir alguna actividad que le guste desarrollar a quien la ha enviado.
ANIMADOR:  Puede introducir otras pelotas con otras cuestiones.
REFERENCIA:  Elabora en un taller de juegos cooperativos.







EL BINGO DE PRESENTACION
TIPO: Presentación
TIEMPO:  15’
GRUPO: A partir de 8 años
OBJETIVOS: Aprender los nombres.
MATERIALES:  Fichas para los nombres.
Tablero de cartón.
DESARROLLO:  El animador entrega a cada participante una ficha y les piden que anote su nombre y se la devuelvan. Luego se entrega un cartón en blanco en donde el animador invita  a los presentes a anotar el nombre de sus compañeros, a medida que el animador los va leyendo, de las fichas entregadas por el grupo. Cada uno los anota en el espacio que desee.
Cuando todos tienen  listo su cartón, el animador explica cómo se juega: a medida que se vayan diciendo los nombres de los participantes hacen una marca en el cartón, donde aparece ese nombre. L a persona que contemple primero una fila recibe 10 puntos.

ANIMADOR: 
REFERENCIA:  Internet. www.chicos ygrandes.com







La bella y la bestia

Había una vez un mercader muy rico que tenía seis hijos, tres varones y tres mujeres; y como era hombre de muchos bienes y de vasta cultura, no reparaba en gastos para educarlos y los rodeó de toda suerte de maestros. Las tres hijas eran muy hermosas; pero la más joven despertaba tanta admiración, que de pequeña todos la apodaban “la bella niña”, de modo que por fin se le quedó este nombre para envidia de sus hermanas.
No sólo era la menor mucho más bonita que las otras, sino también más bondadosa. Las dos hermanas mayores ostentaban con desprecio sus riquezas antes quienes tenían menos que ellas; se hacían las grandes damas y se negaban a que las visitasen las hijas de los demás mercaderes: únicamente las personas de mucho rango eran dignas de hacerles compañía. Se lo pasaban en todos los bailes, reuniones, comedias y paseos, y despreciaban a la menor porque empleaba gran parte de su tiempo en la lectura de buenos libros.
Las tres jóvenes, agraciadas y poseedoras de muchas riquezas, eran solicitadas en matrimonio por muchos mercaderes de la región, pero las dos mayores los despreciaban y rechazaban diciendo que sólo se casarían con un noble: por lo menos un duque o conde
La Bella -pues así era como la conocían y llamaban todos a la menor- agradecía muy cortésmente el interés de cuantos querían tomarla por esposa, y los atendía con suma amabilidad y delicadeza; pero les alegaba que aún era muy joven y que deseaba pasar algunos años más en compañía de su padre.
De un solo golpe perdió el mercader todos sus bienes, y no le quedó más que una pequeña casa de campo a buena distancia de la ciudad.
Totalmente destrozado, lleno de pena su corazón, llorando hizo saber a sus hijos que era forzoso trasladarse a esta casa, donde para ganarse la vida tendrían que trabajar como campesinos.
Sus dos hijas mayores respondieron con la altivez que siempre demostraban en toda ocasión, que de ningún modo abandonarían la ciudad, pues no les faltaban enamorados que se sentirían felices de casarse con ellas, no obstante su fortuna perdida. En esto se engañaban las buenas señoritas: sus enamorados perdieron totalmente el interés en ellas en cuanto fueron pobres.
Puesto que debido a su soberbia nadie simpatizaba con ellas, las muchachas de los otros mercaderes y sus familias comentaban:
-No merecen que les tengamos compasión. Al contrario, nos alegramos de verles abatido el orgullo. ¡Qué se hagan las grandes damas con las ovejas!
Pero, al mismo tiempo, todo el mundo decía:
-¡Qué pena, qué dolor nos da la desgracia de la Bella! ¡Esta sí que es una buena hija! ¡Con qué cortesía le habla a los pobres! ¡Es tan dulce, tan honesta!…
No faltaron caballeros dispuestos a casarse con ella, aunque no tuviese un centavo; mas la joven agradecía pero respondía que le era imposible abandonar a su padre en desgracia, y que lo seguiría a la campiña para consolarlo y ayudarlo en sus trabajos. La pobre Bella no dejaba de afligirse por la pérdida de su fortuna, pero se decía a sí misma:
-Nada obtendré por mucho que llore. Es preciso tratar de ser feliz en la pobreza.
No bien llegaron y se establecieron en la casa de campo, el mercader y sus tres hijos con ropajes de labriegos se dedicaron a preparar y labrar la tierra. La Bella se levantaba a las cuatro de la mañana y se ocupaba en limpiar la casa y preparar la comida de la familia. Al principio aquello le era un sacrificio agotador, porque no tenía costumbre de trabajar tan duramente; mas unos meses más adelante se fue sintiendo acostumbrada a este ritmo y comenzó a sentirse mejor y a disfrutar por sus afanes de una salud perfecta. Cuando terminaba sus quehaceres se ponía a leer, a tocar el clavicordio, o bien a cantar mientras hilaba o realizaba alguna otra labor. Sus dos hermanas, en cambio, se aburrían mortalmente; se levantaban a las diez de la mañana, paseaban el día entero y su única diversión era lamentarse de sus perdidas galas y visitas.
-Mira a nuestra hermana menor -se decían entre sí-, tiene un alma tan vulgar, y es tan estúpida, que se contenta con su miseria.
El buen labrador, el padre, en cambio, sabía que la Bella era trabajadora, constante, paciente y tesonera, y muy capaz de brillar en los salones, en cambio sus hermanas... Admiraba las virtudes de su hija menor, y sobre todo su paciencia, ya que las otras no se contentaban con que hiciese todo el trabajo de la casa, sino que además se burlaban de ella.
Hacía ya un año que la familia vivía en aquellas soledades cuando el mercader recibió una carta en la cual le anunciaban que cierto navío acababa de arribar, felizmente, con una carga de mercancías para él. Esta noticia trastornó por completo a sus dos hijas mayores, pues imaginaron que por fin podrían abandonar aquellos campos donde tanto se aburrían y además lo único que se les cruzaba por la cabeza era volver a la ociosa y fatua vida en las fiestas y teatros, mostrando riquezas; por lo que, no bien vieron a su padre ya dispuesto para salir, le pidieron que les trajera vestidos, chalinas, peinetas y toda suerte de bagatelas. La Bella no dijo una palabra, pensando para sí que todo el oro de las mercancías no iba a bastar para los encargos de sus hermanas.
-¿No vas tú a pedirme algo? -le preguntó su padre.
-Ya que tienes la bondad de pensar en mí -respondió ella-, te ruego que me traigas una rosa, pues por aquí no las he visto.
No era que la desease realmente, sino que no quería afear con su ejemplo la conducta de sus hermanas, las cuales habían dicho que si no pedía nada era sólo por darse importancia.
Partió, pues, el buen mercader; pero cuando llegó a la ciudad supo que había un pleito andando en torno a sus mercaderías, y luego de muchos trabajos y penas se halló tan pobre como antes. Y así emprendió nuevamente el camino hacia su vivienda. No tenía que recorrer más de treinta millas para llegar a su casa, y ya se regocijaba con el gusto de ver otra vez a sus hijas; pero erró el camino al atravesar un gran bosque, y se perdió dentro de él, en medio de una tormenta de viento y nieve que comenzó a desatarse.
Nevaba fuertemente; el viento era tan impetuoso que por dos veces lo derribó del caballo; y cuando cerró la noche llegó a temer que moriría de hambre o de frío; o que lo devorarían los lobos, a los que oía aullar muy cerca de sí. De repente, tendió la vista por entre dos largas hileras de árboles y vio una brillante luz a gran distancia.
Se encaminó hacia aquel sitio y al acercarse observó que la luz salía de un gran palacio todo iluminado. Se apresuró a refugiarse allí; pero su sorpresa fue considerable cuando no encontró a persona alguna en los patios. Su caballo, que lo seguía, entró en una vasta caballeriza que estaba abierta, y habiendo hallado heno y avena, el pobre animal, que se moría de hambre, se puso a comer ávidamente. Después de dejarlo atado, el mercader pasó al castillo, donde tampoco vio a nadie; y por fin llegó a una gran sala en que había un buen fuego y una mesa cargada de viandas con un solo cubierto. Quizás pecaría de atrevido, pero se dirigió hacia allí. La tentación fue muy grande, pues la lluvia y la nieve lo habían calado hasta los huesos; se arrimó al fuego para secarse, diciéndose a sí mismo: “El dueño de esta casa y sus sirvientes, que no tardarán en dejarse ver, sin duda me perdonarán la libertad que me he tomado.”
Se quedó aún esperando un rato largo, observaba hacia los otros recintos para tratar de ubicar a algún habitante en la mansión, pero cuando sonaron once campanadas sin que se apareciese nadie, no pudo ya resistir el hambre, y apoderándose de un pollo se lo comió con dos bocados a pesar de sus temblores. Bebió también algunas copas de vino, y ya con nueva audacia abandonó la sala y recorrió varios espaciosos aposentos, magníficamente amueblados. En uno de ellos encontró una cama dispuesta, y como era pasada la medianoche, y se sentía rendido de cansancio, entumecido y aturdido de la aventura pasada hasta encontrar este cobijo, decidió cerrar la puerta y acostarse a dormir.
Eran las diez de la mañana cuando se levantó al día siguiente, y no fue pequeña su sorpresa al encontrarse un traje como hecho a su medida en vez de sus viejas y gastadas ropas. “Sin duda”, se dijo, “o no he despertado, o este palacio pertenece a un hada buena que se ha apiadado de mí.”
Miró por la ventana y no vio el menor rastro de nieve, sino de un jardín cuyos floridos canteros encantaban la vista. Entró luego en la estancia donde cenara la víspera, y halló que sobre una mesita lo aguardaba una taza de chocolate.
-Le doy las gracias, señora hada -dijo en alta voz-, por haber tenido la bondad de albergarme en noche tan inhóspita y de pensar en mi desayuno.
El buen hombre, después de tomar el chocolate, salió en busca de su caballo, y al pasar por un sector lleno de rosas blancas recordó la petición de la Bella y cortó una para llevársela. En el mismo momento se escuchó un gran estruendo y vio que se dirigía hacia él una bestia tan horrenda, que le faltó poco para caer desmayado.
-¡Ah, ingrato! -le dijo la Bestia con voz terrible-. Yo te salvé la vida al recibirte y darte cobijo en mi palacio, y ahora, para mi pesadumbre, tú me arrebatas mis rosas, ¡a las que amo sobre todo cuanto hay en el mundo! Será preciso que mueras, a fin de reparar esta falta.
El mercader se arrojó a sus pies, juntó las manos y rogó a la Bestia:
-Monseñor, perdóname, pues no creía ofenderte al tomar una rosa; es para una de mis hijas, que me la había pedido.
-Yo no me llamo Monseñor -respondió el monstruo- sino la Bestia. No me gustan los halagos, y sí que los hombres digan lo que sienten; no esperes conmoverme con tus lisonjas. Mas tú me has dicho que tienes hijas; estoy dispuesto a perdonarte con la condición de que una de ellas venga a morir en lugar tuyo. No me repliques: parte de inmediato; y si tus hijas rehúsan morir por ti, júrame que regresarás dentro de tres meses.
No pensaba el buen hombre sacrificar una de sus hijas a tan horrendo monstruo, pero se dijo: “Al menos me queda el consuelo de darles un último abrazo.” Juró, pues, que regresaría, y la Bestia le dijo que podía partir cuando quisiera.
-Pero no quiero que te marches con las manos vacías -añadió-. Vuelve a la estancia donde pasaste la noche: allí encontrarás un gran cofre en el que pondrás cuanto te plazca, y yo lo haré conducir a tu casa.
Dicho esto se retiró la Bestia, y el hombre se dijo:
“Si es preciso que muera, tendré al menos el consuelo de que mis hijas no pasen hambre.”
Volvió, pues, a la estancia donde había dormido, y halló una gran cantidad de monedas de oro con las que llenó el cofre de que le hablara la Bestia, lo cerró, fue a las caballerizas en busca de su caballo y abandonó aquel palacio con una gran tristeza, pareja a la alegría con que entrara en él la noche antes en busca de albergue. Su caballo tomó por sí mismo una de las veredas que había en el bosque, y en unas pocas horas se halló de regreso en su pequeña granja.
Se juntaron sus hijas en torno suyo y, lejos de alegrarse con sus caricias, el pobre mercader se echó a llorar angustiado mirándolas. Traía en la mano el ramo de rosas que había cortado para la Bella, y al entregárselo le dijo:
-Bella, toma estas rosas, que bien caro costaron a tu desventurado padre.
Y enseguida contó a su familia la funesta aventura que acababa de sucederle. Al oírlo, sus dos hijas mayores dieron grandes alaridos y llenaron de injurias a la Bella, que no había derramado una lágrima.
-Miren a lo que conduce el orgullo de esta pequeña criatura -gritaban-. ¿Por qué no pidió adornos como nosotras? ¡Ah, no, la señorita tenía que ser distinta! Ella va a causar la muerte de nuestro padre, y sin embargo ni siquiera llora.
-Mi llanto sería inútil -respondió la Bella-. ¿Por qué voy a llorar a nuestro padre si no es necesario que muera? Puesto que el monstruo tiene a bien aceptar a una de sus hijas, yo me entregaré a su furia y me consideraré muy dichosa, pues habré tenido la oportunidad de salvar a mi padre y demostrarle a ustedes y a él mi ternura.
-No, hermana -dijeron sus tres hermanos-, tampoco es necesario que tú mueras; nosotros buscaremos a ese monstruo y lo mataremos o pereceremos bajo sus golpes.
-No hay que soñar, hijos míos -dijo el mercader-. El poderío de esa Bestia es tal que no tengo ninguna esperanza de matarla. Me conmueve el buen corazón de Bella, pero jamás la expondré a la muerte. Soy viejo, me queda poco tiempo de vida; sólo perderé unos cuantos años, de los que únicamente por ustedes siento desprenderme, mis hijos queridos.
-Te aseguro, padre mío -le dijo la Bella-, que no irás sin mí a ese palacio; tú no puedes impedirme que te siga. En parte fui responsable de tu desventura. Como soy joven, no le tengo gran apego a la vida, y prefiero que ese monstruo me devore a morirme de la pena y el remordimiento que me daría tu pérdida.
Por más que razonaron con ella no hubo forma de convencerla, y sus hermanas estaban encantadas, porque las virtudes de la joven les había inspirado siempre unos celos irresistibles. Al mercader lo abrumaba tanto el dolor de perder a su hija, que olvidó el cofre repleto de oro; pero al retirarse a su habitación para dormir su sorpresa fue enorme al encontrarlo junto a la cama. Decidió no decir una palabra a sus hijos de aquellas nuevas y grandes riquezas, ya que habrían querido retornar a la ciudad y él estaba resuelto a morir en el campo; pero reveló el secreto a la Bella, quien a su vez le confió que en su ausencia habían venido de visita algunos caballeros, y que dos de ellos amaban a sus hermanas. Le rogó que les permitiera casarse, pues era tan buena que las seguía queriendo y las perdonaba de todo corazón, a pesar del mal que le habían hecho.
El día en que partieron la Bella y su padre, las dos perversas muchachas se frotaron los ojos con cebolla para tener lágrimas con que llorarlos; sus hermanos, en cambio, lloraron de veras, como también el mercader, y en toda la casa la única que no lloró fue la Bella, pues no quería aumentar el dolor de los otros.
Echó a andar el caballo hacia el palacio, y al caer la tarde apareció éste todo iluminado como la primera vez. El caballo se fue por sí solo a la caballeriza, y el buen hombre y su hija pasaron al gran salón, donde encontraron una mesa magníficamente servida en la que había dos cubiertos. El mercader no tenía ánimo para probar bocado, pero la Bella, esforzándose por parecer tranquila, se sentó a la mesa y le sirvió, aunque pensaba para sí:
“La Bestia quiere que engorde antes de comerme, puesto que me recibe de modo tan espléndido.”
En cuanto terminaron de cenar se escuchó un gran estruendo y el mercader, llorando, dijo a su pobre hija que se acercaba la Bestia. No pudo la Bella evitar un estremecimiento cuando vio su horrible figura, aunque procuró disimular su miedo, y al interrogarla el monstruo sobre si la habían obligado o si venía por su propia voluntad, ella le respondió que sí, temblando, que era decisión propia.
-Eres muy buena -dijo la Bestia-, y te lo agradezco mucho. Tú, buen hombre, partirás por la mañana y no sueñes jamás con regresar aquí. Nunca. Adiós, Bella.
-Adiós, señor -respondió la muchacha.
Y enseguida se retiró la Bestia.
-¡Ah, hija mía -dijo el mercader, abrazando a la Bella- yo estoy casi muerto de espanto! Hazme caso y deja que me quede en tu sitio.
-No, padre mío -le respondió la Bella con firmeza-, tú partirás por la mañana.
Fueron después a acostarse, creyendo que no dormirían en toda la noche; mas sus ojos se cerraron apenas pusieron la cabeza en la almohada. Mientras dormía vio la Bella a una dama que le dijo:
-Tu buen corazón me hace muy feliz, Bella. No ha de quedar sin recompensa esta buena acción de arriesgar tu vida por salvar la de tu padre.
Le contó el sueño al buen hombre la Bella al despertarse; y aunque le sirvió un tanto de consuelo, no alcanzó a evitar que se lamentara con grandes sollozos al momento de separarse de su querida hija.
En cuanto se hubo marchado se dirigió la Bella a la gran sala y se echó a llorar; pero, como tenía sobrado coraje, resolvió no apesadumbrarse durante el poco tiempo que le quedase de vida, pues tenía el convencimiento de que el monstruo la devoraría aquella misma tarde. Mientras esperaba decidió recorrer el espléndido castillo, ya que a pesar de todo no podía evitar que su belleza la conmoviese. Su asombro fue aún mayor cuando halló escrito sobre una puerta:
Aposento de la Bella
La abrió precipitadamente y quedó deslumbrada por la magnificencia que allí reinaba; pero lo que más llamó su atención fue una bien provista biblioteca, un clavicordio y numerosos libros de música, lo que reunía todo lo que a ella le hacía la vida placentera.
-No quiere que esté triste -se dijo en voz baja, y añadió de inmediato-: para un solo día no me habría reunido tantas cosas.
Este pensamiento reanimó su valor, y poco después, revisando la biblioteca, encontró un libro en que aparecía la siguiente inscripción en letras de oro:
Disponga, ordene, aquí es usted la reina y señora.
-¡Ay de mí -suspiró ella-, nada deseo sino ver a mi pobre padre y saber qué está haciendo ahora!
Había dicho estas palabras para sí misma: ¡cuál no sería su asombro al volver los ojos a un gran espejo y ver allí su casa, adonde llegaba entonces su padre con el semblante lleno de tristeza! Las dos hermanas mayores acudieron a recibirlo, y a pesar de los aspavientos que hacían para aparecer afligidas, se les reflejaba en el rostro la satisfacción que sentían por la pérdida de su hermana, por haberse desprendido de la hermana que les hacía sombra con su belleza y bondad. Desapareció todo en un momento, y la Bella no pudo dejar de decirse que la Bestia era muy complaciente, y que nada tenía que temer de su parte.
Al mediodía halló la mesa servida, y mientras comía escuchó un exquisito concierto, aunque no vio a persona alguna. Esa tarde, cuando iba a sentarse a la mesa, oyó el estruendo que hacía la Bestia al acercarse, y no pudo evitar un estremecimiento.
-Bella -le dijo el monstruo-, ¿permitirías que te mirase mientras comes?
-Tú eres el dueño de esta casa -respondió la Bella, temblando.
-No -dijo la Bestia-, no hay aquí otra dueña que tú. Si te molestara no tendrías más que pedirme que me fuese, y me marcharía enseguida. Pero dime: ¿no es cierto que me encuentras muy feo?
-Así es -dijo la Bella-, pues no sé mentir; pero en cambio creo que eres muy bueno.
-Tienes razón -dijo el monstruo-, aun cuando yo no pueda juzgar mi fealdad, pues no soy más que una bestia.
-No se es una bestia -respondió la Bella- cuando uno admite que es incapaz de juzgar sobre algo. Los necios no lo admitirían.
-Come, pues -le dijo el monstruo-, y trata de pasarlo bien en tu casa, que todo cuanto hay aquí te pertenece, y me apenaría mucho que no estuvieses contenta.
-Eres muy bondadoso -respondió la Bella-. Te aseguro que tu buen corazón me hace feliz. Cuando pienso en ello no me pareces tan feo.
-¡Oh, señora -dijo la Bestia- , tengo un buen corazón, pero no soy más que una bestia!
-Hay muchos hombres más bestiales que tú -dijo la Bella-, y mejor te quiero con tu figura, que a otros que tienen figura de hombre y un corazón corrupto, ingrato, burlón y falso.
La Bella, que ya apenas le tenía miedo, comió con buen apetito; pero creyó morirse de pavor cuando el monstruo le dijo:
-Bella, ¿querrías ser mi esposa?
Largo rato permaneció la muchacha sin responderle, ya que temía despertar su cólera si rehusaba, y por último le dijo, estremeciéndose:
-No, Bestia.
Quiso suspirar al oírla el pobre monstruo, pero de su pecho no salió más que un silbido tan espantoso, que hizo retemblar el palacio entero; sin embargo, la Bella se tranquilizó enseguida, pues la Bestia le dijo tristemente:
-Adiós, entonces, Bella -y salió de la sala volviéndose varias veces a mirarla por última vez.
Al quedarse sola, la Bella sintió una gran compasión por esta pobre Bestia.
“¡Ah, qué pena”, se dijo, “que siendo tan bueno, sea tan feo!”
Tres apacibles meses pasó la Bella en el castillo. Todas las tardes la Bestia la visitaba, y la entretenía y observaba mientras comía, con su conversación llena de buen sentido, pero jamás de aquello que en el mundo llaman ingenio. Cada día la Bella encontraba en el monstruo nuevas bondades, y la costumbre de verlo la había habituado tanto a su fealdad, que lejos de temer el momento de su visita, miraba con frecuencia el reloj para ver si eran las nueve, ya que la Bestia jamás dejaba de presentarse a esa hora, Sólo había una cosa que la apenaba, y era que la Bestia, cotidianamente antes de retirarse, le preguntaba cada noche si quería ser su esposa, y cuando ella rehusaba parecía traspasado de dolor. Un día le dijo:
-Mucha pena me das, Bestia. Bien querría complacerte, pero soy demasiado sincera para permitirte creer que pudiese hacerlo nunca. Siempre he de ser tu amiga: trata de contentarte con esto.
-Forzoso me será -dijo la Bestia-. Sé que en justicia soy horrible, pero mi amor es grande. Entretanto, me siento feliz de que quieras permanecer aquí. Prométeme que no me abandonarás nunca.
La Bella enrojeció al escuchar estas palabras. Había visto en el espejo que su padre estaba enfermo de pesar por haberla perdido, y deseaba volverlo a ver.
-Yo podría prometerte -dijo a la Bestia- que no te abandonaré nunca, si no fuese porque tengo tantas ansias de ver a mi padre, que me moriré de dolor si me niegas ese gusto.
-Antes prefiero yo morirme -dijo el monstruo- que causarte el pesar más pequeño. Te enviaré a casa de tu padre, y mientras estés allí morirá tu Bestia de pena.
-¡Oh, no -respondió la Bella, llorando-, te quiero demasiado para tolerarlo! Prometo regresar dentro de ocho días. Me has hecho ver que mis hermanas están casadas y mis hermanos en el ejército. Mi padre se ha quedado solo. Permíteme que pase una semana en su compañía.
-Mañana estarás con él -dijo la Bestia-, pero acuérdate de tu promesa. Cuando quieras regresar no tienes más que poner tu sortija sobre la mesa a la hora del sueño. Adiós, Bella.
La Bestia suspiró, según su costumbre, al decir estas palabras, y la Bella se acostó con la tristeza de verlo tan apesadumbrado. Cuando despertó a la mañana siguiente se hallaba en casa de su padre. Sonó a poco una campanilla que estaba junto a la cama y apareció la sirvienta, quien dio un gran grito al verla. Acudió rápidamente a sus voces el buen padre, y creyó morir de alegría porque recobraba a su querida hija, con la cual estuvo abrazado más de un cuarto de hora.
Luego de estas primeras efusiones, la Bella recordó que no tenía ropas con que vestirse, pero la sirvienta le dijo que en la vecina habitación había encontrado un cofre lleno de magníficos vestidos con adornos de oro y diamantes. Agradecida a las atenciones de la Bestia, pidió la Bella que le trajesen el más modesto de aquellos vestidos y que guardasen los otros para regalárselos a sus hermanas; pero apenas había dado esta orden desapareció el cofre. Su padre comentó que sin duda la Bestia quería que conservase para sí los regalos, y al instante reapareció el cofre donde estuviera antes.
Se vistió la Bella, y entretanto avisaron a las hermanas, que acudieron en compañía de sus esposos. Las dos eran muy desdichadas en sus matrimonios, pues la primera se había casado con un gentilhombre tan hermoso como Cupido, pero que no pensaba sino en su propia figura, a la que dedicaba todos sus desvelos de la mañana a la noche, menospreciando la belleza de su esposa. La segunda, en cambio, tenía por marido a un hombre cuyo gran talento no servía más que para mortificar a todo el mundo, empezando por su esposa.
Cuando vieron a la Bella ataviada como una princesa, y más hermosa que la luz del día, las dos creyeron morir de dolor. Aunque la Bella les hizo mil caricias no les pudo aplacar los celos, que se recrudecieron cuando les contó lo feliz que se sentía. Bajaron las dos al jardín para llorar allí a sus anchas.
-¿Por qué es tan dichosa esa pequeña criatura? ¿No somos nosotras más dignas de la felicidad que ella?
-Hermana -dijo la mayor-, se me ocurre una idea. Tratemos de retenerla aquí más de ocho días: esa estúpida Bestia pensará entonces que ha roto su palabra, y quizás la devore.
-Tienes razón, hermana mía -respondió la otra-. Y para conseguirlo la llenaremos de halagos.
Y tomada esta resolución, volvieron a subir y dieron a su hermana tantas pruebas de cariño, que la Bella lloraba de felicidad. Al concluirse el plazo comenzaron a arrancarse los cabellos y a dar tales muestras de aflicción por su partida, que les prometió quedarse otros ocho días.
Sin embargo, la Bella se reprochaba el pesar que así causaba a su pobre monstruo, a quien amaba de todo corazón, y se entristecía de no verlo. La décima noche que estuvo en casa de su padre, soñó que se hallaba en el jardín del castillo, y que veía cómo la Bestia, inerte sobre la hierba, a punto de morir, la reconvenía por sus ingratitudes. Despertó sobresaltada, con los ojos llenos de lágrimas.
“¿No soy yo bien perversa”, se dijo, “pues le causo tanto pesar cuando de tal modo me quiere? ¿Tiene acaso la culpa de su fealdad y su falta de inteligencia? Su buen corazón importa más que todo lo otro. ¿Por qué no he de casarme con él? Seré mucho más feliz que mis hermanas con sus maridos. Ni la belleza ni la inteligencia hacen que una mujer viva contenta con su esposo, sino la bondad de carácter, la virtud y el deseo de agradar; y la Bestia posee todas estas cualidades. Aunque no amor, sí le tengo estimación y amistad. ¿Por qué he de ser la causa de su desdicha, si luego me reprocharía mi ingratitud toda la vida?”
Con estas palabras la Bella se levantó, puso su sortija sobre la mesa y volvió a acostarse. Apenas se tendió sobre la cama se quedó dormida, y al despertarse a la mañana siguiente vio con alegría que se hallaba en el castillo de la Bestia. Se vistió con todo esplendor por darle gusto, y creyó morir de impaciencia en espera de que fuesen las nueve de la noche; pero el monstruo no apareció al dar el reloj la hora. Creyó entonces que le habría causado la muerte, y exhalando profundos suspiros, a punto de desesperarse, recorrió la Bella el castillo entero, buscando inútilmente por todas partes. Recordó entonces su sueño y corrió por el jardín hacia el estanque junto al cual lo viera en sueños. Allí encontró a la pobre Bestia sobre la hierba, perdido el conocimiento, y pensó que había muerto. Sin el menor asomo de horror se dejó caer a su lado, y al sentir que aún le latía el corazón, tomó un poco de agua del estanque y le roció la cabeza. Abrió la Bestia los ojos y dijo a la Bella:
-Olvidaste tu promesa, y el dolor de haberte perdido me llevó a dejarme morir de hambre. Pero ahora moriré contento, pues tuve la dicha de verte una vez más.
-No, mi Bestia querida, no vas a morirte -le dijo la Bella-, sino que vivirás para ser mi esposo. Desde este momento te prometo mi mano, y juro que no perteneceré a nadie sino a ti. ¡Ah, yo creía que sólo te tenía amistad, pero el dolor que he sentido me ha hecho ver que no podría vivir sin verte!
Apenas había pronunciado estas palabras la Bella vio que todo el palacio se iluminaba con luces resplandecientes: los fuegos artificiales, la música, todo era anuncio de una gran fiesta; pero ninguna de estas bellezas logró distraerla, y se volvió hacia su querido monstruo, cuyo peligro la hacía estremecerse. ¡Cuál no sería su sorpresa! La Bestia había desaparecido y en su lugar había un príncipe más hermoso que el Amor, que le daba las gracias por haber puesto fin a su encantamiento. Aunque este príncipe mereciese toda su atención, no pudo dejar de preguntarle dónde estaba la Bestia.
-Aquí, a tus pies -le dijo el príncipe-. Cierta maligna hada me ordenó permanecer bajo esa figura, privándome a la vez del uso de mi inteligencia, hasta que alguna bella joven consintiera en casarse conmigo. En todo el mundo tú sola has sido capaz de conmoverte con la bondad de mi corazón; ni aun ofreciéndote mi corona podría demostrarte la gratitud que te guardo y nunca podré pagar la deuda que he contraído contigo.
La Bella, agradablemente sorprendida, tendió su mano al hermoso príncipe para que se levantase. Se encaminaron después al castillo, y la joven creyó morir de dicha cuando encontró en el gran salón a su padre y a toda la familia, a quienes la hermosa dama que viera en sueños había traído hasta allí.
-Bella -le dijo esta dama, que era un hada poderosa-, ven a recibir el premio de tu buena elección: has preferido la virtud a la belleza y a la inteligencia, y por tanto mereces hallar todas estas cualidades reunidas en una sola persona. Vas a ser una gran reina: yo espero que tus virtudes no se desvanecerán en el trono. Y en cuanto a ustedes, señoras -agregó el hada, dirigiéndose a sus hermanas-, conozco sus corazones y toda la malicia que encierran. Conviértanse en estatuas, pero conserven la razón adentro de la piedra que va a envolverlas. Estarán a la puerta del palacio de la Bella, y no les pongo otra pena que la de ser testigos de su felicidad. No podrán volver a su primer estado hasta que reconozcan sus faltas; pero me temo mucho que no dejarán jamás de ser estatuas. Pues uno puede recobrarse del orgullo, la cólera, la gula y la pereza; pero es una especie de milagro que se corrija un corazón maligno y envidioso.
En este punto dio el hada un golpe en el suelo con una varita y transportó a cuantos estaban en la sala al reino del príncipe. Sus súbditos lo recibieron con júbilo, y a poco se celebraron sus bodas con la Bella, quien vivió junto a él muy largos años en una felicidad perfecta, pues estaba fundada en la virtud.